Cómo
resolver conflictos en los equipos de trabajo
Sabemos que el
conflicto es un fenómeno que está presente en cualquier grupo humano, como por
ejemplo: familias, organizaciones sociales, asociaciones culturales o de
beneficencia, y por supuesto, en los equipos de trabajo. Esto ocurre
principalmente porque somos diferentes. El problema es que nos cuesta aceptar
esas diferencias, y muchas veces nos comunicamos teniendo en cuenta nuestra
propia perspectiva y perdemos de vista la percepción del otro en la observación
de una determinada situación.
Sin embargo, muchos de estos conflictos
pueden solucionarse y a la vez posibilitar una propuesta de cambio positiva, si
nos comunicamos tratando de hacer entender a las partes o personas involucradas
en el caso, que están siendo escuchadas y que su reclamo puede ser expresado
como una recomendación a tener presente para lograr los resultados esperados.
A continuación, voy a
contar la experiencia que le tocó vivir a una persona entrenada en Negociación
y Resolución de Conflictos Organizacionales, ante una situación conflictiva que
se presentó en el equipo de trabajo del que forma parte, en la empresa a la que
pertenece.
Cabe agregar que
todos los nombres, participantes y conversaciones son ficticios, aunque se
basan en una vivencia real del autor.
Las
personas involucradas
Luis Martínez, se
recibió como Contador Público y además realizó varios cursos de negociación en
el país y en el exterior. Trabaja en una importante editorial, dedicada a la
publicación, estudio y análisis de normativa legal de la República Argentina,
con énfasis en legislación provincial. Luis pertenece al Departamento de
Recopilación, Actualización y Análisis de Normas Tributarias Provinciales. El
equipo de trabajo está compuesto por siete personas, bajo la jefatura de Carlos
Linares, un contador público de muchos años de experiencia en la empresa, quien
goza de mucha confianza por parte del director general. El resto del equipo,
está integrado por cuatro contadores públicos, entre los cuales está Luis, y
dos abogados especialistas en tributación.
El
trabajo encomendado:
En esa ocasión, el Departamento de
Recopilación, Actualización y Análisis de Normas Tributarias Provinciales
estaba a cargo, por pedido específico del director general, de una edición
comentada del Código Fiscal de una provincia de la República Argentina, a raíz
de importantes modificaciones que se habían producido recientemente en ese
texto legal. Los comentarios habían sido cuidadosamente elaborados por dos
destacados profesionales de la provincia en la que regía esa norma.
La tarea fue encargada
a Valeria Insaurralde, la segunda contadora con mayor experiencia del grupo, y
a Pilar Aráoz, una de las últimas contadoras que se había incorporado a la
oficina. No obstante ello, una vez finalizado el trabajo, debía ser revisado
por todos los miembros del departamento, excepto por Carlos Linares (el jefe
departamental).
Valeria Insaurralde,
tomó las riendas del trabajo y asumió un liderazgo informal, basado en su mayor
experiencia. Se sentía con mayor responsabilidad frente al resultado final de la
tarea encomendada.
Se les otorgó un
plazo de tiempo para que el trabajo estuviese terminado y pasara luego a ser
controlado por el resto del equipo, es decir, las cuatro personas restantes.
El proyecto estuvo
terminado en el tiempo estipulado, pero el control se hizo raudamente. Ello se
debió, principalmente, a que el director pedía con urgencia el trabajo, y
también, a que el equipo confiaba en que Valeria, que había asumido el
liderazgo de la tarea, tenía experiencia y era suficientemente detallista y minuciosa
como para lograr un resultado excelente. Fue así que se dio el visto bueno del
proyecto.
El
conflicto:
El detonante del
conflicto ocurrió una semana más tarde, cuando otra persona, ajena al equipo,
detectó un error en la correlación de uno de los comentarios a un artículo del
Código Fiscal, es decir que el análisis interpretativo no se correspondía con
el artículo del código al que supuestamente analizaba. Para peor de males, ya
se habían imprimido la mayor parte de copias de la edición.
Esta situación
provocó una reacción de enojo muy grande en el director general e
inmediatamente trasladó su malestar al jefe del departamento en cuestión,
amenazando incluso con despedir a varios de los integrantes del equipo. Valeria
estaba totalmente consternada por lo sucedido.
En ese mismo momento,
Pilar Aráoz, se atribuyó la responsabilidad del error. Lamentablemente, eso no
fue suficiente para disminuir el estado de molestia y enojo por parte del jefe
del departamento y, consecuentemente, el ánimo alicaído perduró por varios días
entre los miembros del equipo. Además, Valeria no escuchó cuando Pilar
reconoció que había sido ella quien produjo los cambios en la correlación del
artículo con el análisis correspondiente.
Poco tiempo después,
Valeria Insaurralde pidió que se reunieran para charlar sobre lo ocurrido, con
el objeto de tratar de evitar errores en el futuro.
La reunión se llevó a
cabo. Valeria comenzó a hablar tratando en todo momento, de puntualizar que su
tarea había sido muy bien hecha, y que el error no era producto de su descuido
o de su falta de atención, sino de los cambios que el trabajo sufrió una vez
que ella ya lo había finalizado. De manera indirecta, quería dejar en claro que
era Pilar quien había cometido el “grave error”.
Efectivamente, el trabajo
había sido modificado con posterioridad a su última revisión y fue por esa
razón que al detectarse el problema, Pilar asumió su responsabilidad. También
era cierto que Valeria, una vez que dejó el proyecto “listo”, no lo volvió a
“checkear”, debido, entre otras cosas, a que se ausentó el día en que se
entregó el trabajo para que lo controlaran los cuatro integrantes del equipo
que no habían participado de su elaboración.
Tampoco lo revisó con posterioridad, es
decir, cuando fue aprobado por el resto del equipo. Fue por esa causa, que el
error se detectó por uno de los especialistas que había participado en los
comentarios del código, quien estaba solamente observando los detalles de
diseño de la publicación.
En resumen, el
discurso de Valeria, tomó un tinte de autodefensa, asignando la responsabilidad
pura y exclusivamente en la persona de Pilar (a quien no nombró pero era
evidente que se refería a ella), en un tono muy descortés y hasta por momentos
agresivo. Cabe recordar que Valeria pensaba que Pilar nunca se atribuyó la
responsabilidad que le cabía por haberse equivocado.
Ahí mismo tomó intervención Facundo Roda (uno
de los abogados) diciendo que el pensaba que nadie de la oficina, haría un
cambio a propósito con el ánimo de arruinar un proyecto. Valeria respondió, con
bastante enfado, que no se refería a que el cambio se haya hecho con el
propósito de perjudicar el proyecto, pero que quien lo había efectuado, debió
tomarse la “molestia” de comentarle a ella, como responsable principal del
proyecto, cuales habían sido esos cambios y sobre todo hacerse cargo y
reconocer los errores que tales modificaciones pudieran ocasionar (refiriéndose
nuevamente, y sin nombrarla, a Pilar).
Aparentemente su
discurso tenía una connotación más negativa que positiva, pese a que comenzó
diciendo que pretendía que de la charla surgieran recomendaciones para evitar
errores en el futuro.
El resto del grupo
interpretaba que Valeria quería dejar perfectamente aclarado, y de mala manera,
que en ese caso el error había sido producto de la impericia de otra persona.
La
solución:
Luis, que como ya se
expresó anteriormente, estaba entrenado y tenía cierta experiencia en la
resolución de conflictos organizacionales, pidió la palabra y dijo lo
siguiente: “…evidentemente, la intención de la reunión tiene como objetivo
tratar de evitar errores en el futuro, por lo tanto, creo entender y por favor
te pido Valeria, que me corrijas si estoy equivocado, que tu propuesta consiste
en que cuando una persona, que no sea la responsable principal de elaborar un
proyecto, efectúe modificaciones a ese trabajo, ponga en conocimiento del
encargado principal, los cambios que haya realizado sobre la tarea en cuestión,
para que este último analice si tales modificaciones son convenientes o no”.
Posteriormente Luis,
volvió a pedir a Valeria que lo corrigiera si estaba equivocado o si le faltaba
decir algo que considerase importante. La respuesta de Valeria fue que el
resumen de Luis era lo que ella quería manifestar como propuesta.
Con ese simple
parafraseo y pedido, por parte de Luis, de que su comentario sea ratificado o
rectificado por Valeria, logró retransmitir el mensaje en términos positivos y
generalizarlo a modo de recomendación. Gracias a esta simple intervención, el
resto del equipo tuvo la sensación de que al final se llegó a una conclusión
útil para el futuro.
Entonces, a modo de
consejo final, es preciso tener en cuenta que a la hora de poner sobre la mesa,
o blanquear algún problema que aqueja a un equipo de trabajo, lo más conveniente
es que, quien decida hacerlo, lo haga describiendo la situación como si fuese
un tercero neutral, manifestando cual es el problema, sin mencionar
directamente a ninguno de los integrantes del equipo (cuando ello no fuese
estrictamente necesario), y plantear los reclamos en términos positivos, como
recomendaciones a tener en cuenta para evitar caer en errores, o como
propósitos para obtener mejores resultados en el futuro. También es importante,
que quien actúa como moderador, pida al resto de las personas presentes que
ratifiquen o rectifiquen el resumen realizado. Si se lo ratifica, termina el
proceso con la recomendación. Si en cambio se lo rectifica, se deberá
nuevamente resumir lo entendido corrigiendo o incorporando las observaciones
recibidas.
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