¿Qué es el conflicto?
Para responder a esta pregunta,
vamos a comenzar por definir que se entiende por conflicto. Un autor anónimo
define el conflicto como “un estado de desarmonía”. Deutsch, considera que “el
conflicto existe cuando ocurren actividades incompatibles”. Hocker y Wilmot dan
una definición más avanzada, “una pugna expresada al menos entre dos partes
interdependientes que perciben objetivos incompatibles, recursos limitados y la
interferencia de la otra parte en la obtención de sus objetivos”.
Analizando estas definiciones podríamos preguntarnos ¿el conflicto es una situación que está presente en nuestra vida? ¿Es algo que le ocurre a ciertas personas que tienen problemas de comunicación, o que siempre responden de manera agresiva ante las distintas situaciones que deben afrontar a lo largo de su existencia? Lo cierto es que el conflicto nos afecta a todos. Siempre que interactuamos, el conflicto está presente, en la familia, en el trabajo, en los distintos grupos en los que formamos parte, con gente conocida, con personas a las que vemos eventualmente, en definitiva, el conflicto está presente permanentemente.
Ahora
bien, el hecho real y concreto respecto a que el conflicto nos afecta a todos y
esta presente en toda interacción humana ¿es malo? La respuesta a esta pregunta
es negativa. El conflicto no es malo, tampoco es bueno, es simplemente una
realidad. Hay seres humanos que son muy positivos, aquellos que siempre miran
el vaso medio lleno en lugar del vaso medio vacío, y por esa característica
personal ven al conflicto como una oportunidad, lo cual es realmente
interesante, sobre todo si esa oportunidad lleva a un cambio positivo. En
líneas generales, podemos afirmar que el conflicto es una realidad cotidiana y,
como tal, debemos aprender a reconocerlo para así poder afrontarlo y
transformarlo convenientemente.
Reconocer el conflicto
Reconocer
el conflicto implica analizarlo desde el comienzo, desde el momento mismo en
que éste se origina, observándolo desde una perspectiva integradora, buscando
como se ha contribuido en el nacimiento de esa situación conflictiva, sin
buscar encontrar culpables.
¿Cómo
comenzar? Se debe comenzar con una autocrítica y luego analizar lo que se
conoce exactamente respecto a como hemos actuado frente a la otra parte y de
las reacciones y/o sentimientos que las acciones de la otra parte han originado
en nosotros.
¿Qué se debe evitar? No es menos
importante aclarar que se debe evitar cualquier tipo de suposiciones acerca de
lo que la/s otra/s persona/s han querido hacer, decir o provocar en nosotros,
ya que a menudo esas suposiciones son totalmente infundadas y erróneas.
Conflictos
Reales y Aparentes: En esta etapa es importantísimo también diferenciar si el
conflicto es real o aparente. El conflicto real es aquel que tiene su origen en
diferencias o incompatibilidades concretas, generalmente se basan en el deseo
de las partes en tratar de obtener recursos “materiales” limitados. En cambio
el conflicto aparente es aquel que se origina por problemas de comunicación o
por opiniones encontradas.
Los conflictos aparentes se solucionan fácilmente
aclarando las dudas o los malentendidos en el diálogo, o dejando en claro que
se puede tener opiniones diferentes respecto a un tema y sin embargo respetar
las distintas posturas sobre una cuestión específica. Por ejemplo, un conflicto
aparente se presentaría cuando dos personas discuten sobre si el helado de
frutilla es más sabroso que el de chocolate. La solución a esa disputa estaría
dada por la aclaración de que a uno le gusta el helado de frutilla y al otro el
de chocolate, y que ambos respetan esa diferencia de gustos.
El
conflicto real es más complejo y requiere de todo un proceso para solucionarlo.
Para llevar adelante esta difícil pero no imposible tarea, es necesario acudir
a ciertas técnicas y herramientas que permiten encontrar opciones que
satisfagan los intereses de las partes en pugna, y que den una sensación de
justicia y equidad respecto al acuerdo logrado.
Negociación y mediación
La negociación y la mediación
constituyen métodos alternativos para la solución de conflictos, por lo que
conocerlos y utilizarlos resulta valiosísimo para las organizaciones o
instituciones que necesitan resolver situaciones que generalmente producen
inconvenientes que dificultan el normal desenvolvimiento de los mismos.
Conclusión
Para
concluir, es imprescindible tener presente que nos vamos a encontrar con una
infinidad de situaciones conflictivas a lo largo de nuestra vida o de la de
nuestras organizaciones, por lo que resulta importante aprender a reconocerlas
en el lugar en que se produzcan, y tratar de encontrar opciones que permitan
solucionarlas de manera tal que las partes se sientan conformes y puedan
mantener o conservar relaciones duraderas en el tiempo, y cuando ello sea o
resulte muy dificultoso acudir a la ayuda de profesionales especializados en la
materia.
Saludos
Cordiales,
C.P.
Martín López Delgado
Negociación & Resolución de Conflictos Organizacionales.
Desarrolle su escucha activa
Negociación & Resolución de Conflictos Organizacionales.
Desarrolle su escucha activa
El psicólogo norteamericano Carl Roger fue
uno de los pioneros en realizar estudios sobre la “escucha activa o empática”.
Roger fundó las bases del enfoque humanista en psicología y fue quien
desarrolló la Terapia Centrada en la Persona o el Cliente, donde el eje de la
sesión de terapia radica en empatizar con el paciente (a quien él prefiere
llamar “cliente”) lo que está viviendo. La escucha activa es la forma en que el
terapeuta puede mostrar que está tratando realmente de entender al cliente.
Dale Carnegie, en su libro “Como ganar amigos
e influir sobre las personas” nos recomienda: “Sea un buen oyente. Anime a los
demás a que hablen de sí mismos”. A esto agrega: “… si aspira usted a ser un
buen conversador, sea un oyente atento. Para ser interesante hay que
interesarse. Pregunte cosas que su interlocutor se complacerá en responder”.
Los especialistas en comunicación Ralph
Nichols y Leonard Stevens en un artículo de Harvard Business Review
manifestaron: “La eficacia de la palabra hablada, depende no tanto de cómo
hablen las personas sino principalmente de cómo escuchen”.
Popularmente se que dice que “El Creador” nos
ha provisto de dos oídos y unas sola boca, por lo que quiso que pudiésemos
escuchar en mayor medida de lo que pudiésemos hablar.
Cuando se “siente a negociar”, escuche
atentamente a la otra parte, preste atención a lo que está diciendo y a como lo
está expresando, pida que le expliquen de manera detallada lo que quieren decir
y solicite que le reiteren lo que no entendió claramente.
¡Recuerde! Cuando una persona siente que ha
sido escuchada, estará más dispuesta a escucharlo también a usted, y es éste el
mejor camino para lograr que una negociación sea exitosa.
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